
La terapia de divorcio se desarrolló en respuesta al gran incremento en el número de divorcios y también a un aumento de la consciencia de que las personas que se van a divorciar necesitan ayuda para separarse.
Las personas que acuden a terapia de pareja, además de sus deseos de querer mejorar la relación, frecuentemente, también, expresan deseos y/o conductas que sugieren que quieren terminar su relación.
Igualmente, los pacientes de terapia de divorcio, así como, los de terapia de pareja, a menudo, presentan una marcada ambivalencia de si continuar o no la relación.
Es de ayuda que las parejas y las familias disuelvan el vínculo marital y reestructuren la familia tan constructivamente como sea posible a través de los estadios de:
- Toma de la decisión predivorcio
- Reestructuración del divorcio
- Recuperación postdivorcio
En el estadio 1, se ayuda a la pareja a mirar el divorcio como una alternativa a las dificultades de la relación y se les ayuda a evaluar las consecuencias de una decisión tan importante. El terapeuta alienta una comunicación no destructiva a cerca de la decisión para que los miembros de la pareja/familia estén mejor preparados para los cambios importantes que vendrán.
En el estadio 2, el terapeuta ayuda a los miembros de la familia a hacer los arreglos sociales, emocionales, legales, financieros y parentales necesarios para la transición del matrimonio a la familia post matrimonio.
Durante el estadio 3, el terapeuta facilita el crecimiento de las personas divorciadas como individuos autónomos con estilos de vida estables y les ayuda a desarrollar relaciones sociales independientes de la anterior relación afectiva.
Las metas de la terapia de divorcio incluyen ayudar a los compañeros a:
- Aceptar el final del matrimonio.
- Lograr una relación post divorcio funcional con la expareja.
- Lograr un ajuste emocional adecuado.
- Desarrollar un entendimiento de sus propias contribuciones a la conducta disfuncional que les condujo al fracaso en su relación.
- Encontrar fuentes de apoyo social
- Sentirse competente y cómodo en los papeles de parentalización post divorcio.
- Ayudar a los hijos a ajustarse a la pérdida sin triangularlos o nutrirlos con expectativas no realistas.
- Usar la “crisis” del divorcio como una oportunidad para aprender y para el crecimiento personal.
- Negociar el proceso legal de forma que ambos sientan que es razonablemente equitativo.
- Desarrollar hábitos físicos, de salud emocional y personales sanos.
La tarea del terapeuta de divorcio es ayudar a los individuos a hacer frente con las dos pérdidas principales en todo proceso de separación:
- La pérdida del otro (que resulta en un daño narcisista, en la autoestima).
- La pérdida del role de pareja (que resulta en desorientación en sus relaciones con los demás).
Estas pérdidas resultan en desafíos importantes para la autoestima de los pacientes, la identidad y la capacidad para intimar.
Finalmente, el terapeuta debe ayudar al individuo a lograr un punto donde pueda decir, “me quiero a mi mismo sin el amor de aquel otro” y “puedo quererme sin ser el esposo/a de otro”.
Es crucial que el psiquiatra/psicólogo/psicoterapeuta ayude a los miembros de la pareja, que se divorcia, a conseguir un sentimiento de poder y control sobre sus vidas.
“Hay sólo una cosa peor que un divorcio que tú no quieres, y eso es, estar casado con alguien que no quiere estar casado contigo”.
Dr. José Díaz Morfa
Psiquiatra-Psicoterapeuta