El Trastorno Parafílico es la expresión de un comportamiento sexual que puede dañar a otros, dirigirse a objetos más que a personas, o la realización del coito en circunstancias extrañas.

Estas conductas y/o pensamientos sexuales producen un gran malestar psicológico en estos pacientes y altera su vida laboral, social, y afectiva.

Aquí incluimos:

  1. Exhibicionismo (exposición de los genitales).
  2. Voyeurismo (la observación de actividades sexuales).
  3. Frotteurismo (tocamientos o fricción con otra persona).
  4. Pedofilia (atracción sexual hacia niños).
  5. Masoquismo sexual (excitación al sentir dolor).
  6. Sadismo sexual (excitación al infligir dolor).
  7. Fetichismo (excitación por objetos inanimados).
  8. Travestismo (vestirse con ropas del otro sexo).

Exhibicionismo

El exhibicionismo es el impulso recurrente de mostrar los genitales a un desconocido o a una persona que no se lo espera. La excitación sexual se produce al anticipar la exposición y se llega al orgasmo mediante masturbación durante o después del acontecimiento. En prácticamente el 100% de los casos, los exhibicionistas son varones que se exponen ante mujeres. La dinámica de los hombres exhibicionistas es reafirmar su masculinidad mediante la exhibición de sus penes y la contemplación de las reacciones de las víctimas (susto, sorpresa y disgusto).

Se cree que los actos exhibicionistas siguen típicamente una situación en la que el paciente se sintió humillado con frecuencia por una mujer. Tras ello, el exhibicionista se venga de esta humillación escandalizando a mujeres desconocidas.

Más aún, la exposición de sus genitales le permite al hombre recuperar un valor e identidad masculina positiva. A menudo, estos hombres tienen una profunda inseguridad acerca de su masculinidad.

Fetichismo

En el fetichismo, el foco sexual se encuentra en objetos (por ejem. zapatos, guantes, medias y calcetines) que están relacionados de manera íntima con el cuerpo humano o en partes del cuerpo que excluyen los genitales. Este último foco se denomina en ocasiones parcialismo. En el DSM-5 se aplica el diagnóstico de trastorno de fetichismo al parcialismo y agrega los siguientes especificadores al trastorno de fetichismo: pares o partes del cuerpo, objeto u objetos inanimados, y otros. El fetiche concreto está vinculado con alguien que estuvo próximo al individuo durante su infancia y tiene alguna característica asociada con esa persona amada, necesitada o, incluso, traumática. Por lo general, el trastorno comienza en la adolescencia, aunque el fetiche puede haberse establecido durante la infancia. Una vez establecido, el trastorno tiende a hacerse crónico.

La premisa de que la consciencia masculina de que los genitales femeninos incrementan el temor de un hombre a perder sus propios genitales y convertirse en una mujer, hizo que Freud pensara que esta simbolización inconsciente explicaba la ocurrencia frecuente del fetichismo.

Frotteurismo

El froteurismo suele caracterizarse por el frotamiento del pene contra las nalgas u otra parte del cuerpo de una mujer completamente vestida para alcanzar altos niveles de excitación, incluso hasta alcanzar el orgasmo.

En otros momentos, el varón puede emplear sus manos para frotar a una víctima confiada. Estos actos suelen realizarse en lugares con aglomeraciones, como en metros y autobuses. Los sujetos con froteurismo son extremadamente pasivos y aislados, y con frecuencia, el frotamiento es su única fuente de gratificación sexual.

Pedofilia

La pedofilia consiste en la presencia de impulsos sexuales intensos y recurrentes dirigidos hacia (o la excitación provocada por) niños o niñas de 13 años de edad o más pequeños.

La mayoría de los acosos sexuales a niños implican las caricias genitales o el sexo oral. La penetración vaginal o anal de los niños es infrecuente, excepto en los casos de incesto.

Entre los individuos con pedofília, el 95% son heterosexuales y el 50% han consumido un exceso de alcohol en el momento de producirse el incidente. Además, de su pedofilia, un número significativo han estado implicados, simultánea o previamente, en situaciones de exhibicionismo, voyerismo o violación.

De acuerdo con una visión psicoanalítica clásica, la pedofilia representa una elección narcisista de objeto, es decir, el pedófilo ve a un niño como una imagen especular de si mismo como niño.

A los pedófilos se les considera personas débiles e inseguras que buscan a niños como objetos sexuales porque ofrecen menos resistencia y les crea menos ansiedad que parejas adultas, evitando de este modo la angustia de castración

Masoquismo sexual

Los individuos con masoquismo sexual sienten una preocupación recurrente por los impulsos y fantasías sexuales que implican ser humillados, golpeados, atados u otras que le causen sufrimiento. Un especificador que se añade al diagnóstico del trastorno es el de asfixiofilia, también conocida como asfixia autoerótica, una práctica en la que se alcanza o aumenta la excitación sexual mediante la restricción de la respiración. Las prácticas sexuales masoquistas son más frecuentes entre los varones que entre las mujeres.

Los pacientes masoquistas que requieren humillación e incluso dolor para alcanzar el placer sexual pueden estar repitiendo experiencias de abuso infantil

Sadismo sexual

Este trastorno recibe su nombre del Marqués de Sade, que estuvo en prisión repetidamente debido a los actos sexuales sádicos que cometió contra mujeres.

El DSM-5 define el sadismo sexual como una excitación sexual recurrente e intensa ante el sufrimiento físico y psíquico de otra persona. El individuo tiene que haber experimentado estos síntomas al menos durante 6 meses y haber llevado a cabo sus fantasías sádicas para diagnosticar el trastorno.

El inicio del trastorno suele producirse en la adolescencia, antes de los 18 años, la mayoría de estos pacientes son varones.

Las personas que requieren fantasías o actos sádicos para alcanzar el placer sexual, están, por lo general, intentando inconscientemente revertir escenas infantiles en las cuales han sido víctimas de abuso físico o sexual. Al infringir a otros lo que les pasó siendo niños, logran vengarse y adquirir al mismo tiempo, una sensación de dominio sobre el trauma infantil.

Voyerismo

El voyerismo, también conocido como escopofilia, es la preocupación recurrente por fantasías y actos que implican la observación de personas desnudas o en medio de relaciones sexuales o de seducción. El trastorno se acompaña con frecuencia de masturbación hasta alcanzar el orgasmo.

El primer acto de voyerismo suele aparecer en la infancia y es un trastorno parafílico más frecuente en los hombres.

El psicoanálisis vincula las tendencias voyeristas a una fijación en la escena primaria infantil, en al cual el niño presencia o escucha las relaciones sexuales de sus padres.

Travestismo

El travestismo, antes conocido como fetichismo travestista, se caracteriza por fantasías o impulsos sexuales de vestirse con ropas del sexo opuesto como una vía para excitarse, y con frecuencia, ayuda a la masturbación o a realizar el coito.

Este trastorno se inicia en la infancia o en la adolescencia temprana. En algunos casos, llegan a querer vestir y vivir permanentemente como mujer.

Habitualmente, el paciente se viste, con alguna prenda del sexo opuesto; y en algunos casos, se viste completamente de mujer.

Los grados de travestismo pueden ir desde la utilización de ropas femeninas en solitario, junto con depresión y sentimientos de culpa, hasta la participación plena en una subcultura travestista.

Desde un enfoque psicoanalítico clásico se interpreta que el acto del travestismo puede ser una identificación con una madre fálica-poderosa.

Causas 

Sabemos que las experiencias traumáticas durante la infancia, relacionadas con la unión de la sexualidad y la agresividad, son causa frecuente de los Trastornos Parafílicos, por ejemplo, en los casos de Pedofilia, alrededor del 50% de estos pacientes sufrieron también, ellos mismos, en su infancia, abusos sexuales.

Entornos familiares y sociales donde predominan el maltrato, el desprecio, el abandono son caldo de cultivo frecuente para los Trastornos Parafílicos.

En algunos casos, hay algún trastorno neurológico, como por ejemplo, algún foco epiléptico en el lóbulo temporal que puede dar lugar a conductas impulsivas parafílicas, por lo que en nuestro Centro de Psiquiatría y Psicología Dr. Jose Diaz Morfa, siempre descartamos esta posible etiología.

Algunas otras patologías psiquiátricas, por ejemplo, la Esquizofrenia, o el Trastorno de Personalidad Antisocial puede dar lugar a conductas parafílicas, por lo que en estos pacientes, siempre es necesario una evaluación psiquiátrica exhaustiva.

Tratamiento

El tratamiento de los Trastornos Parafílicos debe ser multidisciplinar, teniendo en cuenta los aspectos biológicos, los psíquicos-relacionales, y los sociales.

En algunos casos es necesario medicación con psicofármacos, o medicamentos antihormonales (castración química) para poder controlar las conductas e impulsos parafílicos.

Siempre es necesaria la psicoterapia para el manejo del control de los impulsos, la modificación de pensamientos y creencias, así como, el reconocimiento de las emociones, por ejemplo, tristeza y culpa que están debajo de estas conductas parafílicas.

Tratamiento farmacológico de los Trastornos Parafílicos

La parafilia que son por ejemplo, los pensamientos, o fantasías en si mismas, no son patológicos. Cuando estos pensamientos o fantasías dan lugar a trastornos en la vida del individuo, en su conducta, o le causan sufrimiento físico o psíquico, es que se considera trastorno parafílico. Estos trastornos producen malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.  Hoy en día no se habla de parafilia, sino de Trastornos Parafílicos que es lo que es patológico

Características diagnósticas.

La característica esencial de la parafilia es la presencia de repetidas e intensas fantasías sexuales de tipo excitatorio, de impulsos o de comportamientos sexuales que por lo general engloban:

  1. Objetos no humanos;
  2. El sufrimiento o la humillación de uno mismo o de la pareja; o
  3. Niños u otras personas que no consienten, y que se presentan durante un periodo de al menos 6 meses).

Para algunos individuos, las fantasías o los estímulos de tipo parafílico son obligatorios para obtener excitación y se incluyen invariablemente en la actividad sexual. En otros casos las preferencias de tipo parafílico se presentan sólo episódicamente (por ejem., durante períodos de estrés), mientras que otras veces el individuo es capaz de funcionar sexualmente sin fantasías ni estímulos de este tipo.

Los parafílicos pueden intentar la actuación de sus fantasías en contra de la voluntad de la pareja o de otros, con resultados peligrosos para terceros, como en el sadismo sexual o en la pedofilia. Como consecuencia de lo anterior, el individuo puede ser detenido y encarcelado. Las ofensas sexuales hacia los niños constituyen una proporción significativa de todos los actos sexuales criminales documentados, y los individuos que padecen exhibicionismo, pedofilia y voyeurismo comprenden la mayoría de los procesados por delitos sexuales. En algunas situaciones la representación de fantasías de tipo parafílico puede conducir a autolesiones como en el masoquismo sexual.

Estos individuos rara vez acuden espontáneamente a los profesionales de la salud mental. Cuando lo hacen es porque su comportamiento les ha ocasionado problemas con su pareja sexual o con la sociedad.

Prevalencia.

Las alteraciones que se observan más habitualmente en los centros especializados en el diagnóstico de parafilias son la pedofilia, el voyeurismo y el exhibicionismo. El masoquismo y el sadismo sexual se observan con menos frecuencia. Aproximadamente la mitad de los individuos que presentan parafilias están casados.

En general, las parafilias parecen ser patologías claramente masculinas. Aunque la parafilia ocasionalmente se diagnostica en mujeres, por ejemplo, el masoquismo sexual, el 95% de los casos son hombres. La mayoría de las mujeres vistas con parafilia, originalmente buscan ayuda para otros problemas, tales como depresión, promiscuidad o problemas de relación (Levine, Risen y Althof, 1990).

Más del 50% de las parafilias comienzan antes de los 18 años. Los pacientes parafílicos suelen presentar con frecuencia tres o cinco parafilias a la vez, o bien se han ido alternando a lo largo de sus vidas. Este es el caso del exhibicionismo, fetichismo, masoquismo sexual, sadismo sexual, fetichismo travestista, voyeurismo y zoofilia.

¿Cuando se inician los trastornos parafílicos?

Algunas fantasías y comportamientos asociados con las parafilias pueden iniciarse en la infancia o en las primeras etapas de la adolescencia, pero su desarrollo se define y elabora mejor durante la adolescencia y los primeros años de la vida adulta. La elaboración y la revisión de las fantasías pueden continuar a lo largo de toda la vida del individuo. Por definición, las fantasías e impulsos asociados a estos trastornos son recurrentes. Muchos pacientes explican que siempre tienen fantasías, pero a veces existen períodos de tiempo en los que su frecuencia e intensidad varían de modo sustancial. Estas alteraciones tienden a cronificarse y a durar muchos años, pero tanto las fantasías como los comportamientos disminuyen a menudo con el paso de los años. Sin embargo, los comportamientos pueden incrementarse en respuesta a estímulos psicosociales estresantes, en relación con otros trastornos mentales o con la oportunidad de poder practicar la parafilia

Las parafilias son trastornos psiquiátricos, complejos para los cuales se han postulado diferentes etiologías tanto psicodinámicas, como biológicas (Abel, 1989; Walters, 1997). El aumento de la experiencia clínica ha permitido la formulación de tres puntos de vista psicodinámicos acerca de la naturaleza del trastorno parafílico. La parafilia es un trastorno del desarrollo de la identidad sexual (la identidad sexual consta de tres componentes: identidad de género, orientación e intención), con frecuencia exclusivamente en el componente intencional, que tiene tres características:

  1. Una preocupación erótica inusual, altamente excitante y prolongada; esta característica siempre está presente.
  2. Una presión a actuar en función de las fantasías eróticas; es lo habitual.
  3. Disfunción sexual con un compañero durante la conducta sexual convencional, esta característica es frecuente.

La parafilia es también un trastorno de la autoregulación, caracterizado por una considerable diferencia entre las aspiraciones personales y las conductas. Finalmente, la parafilia es un dramático daño a la capacidad de amar (Levine, Risen y Althof, 1990).

Clasificación de la parafilias

Las principales categorías de parafilias contenidas en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV)-TR son el exhibicionismo, fetichismo, froteurismo, paidofilia, masoquismo sexual, sadismo sexual, voyeurismo, fetichismo travestista, y una categoría separada para las parafilias no especificadas, por ejemplo, la zoofilia, la escatología telefónica, etc. Una persona dada puede presentar múltiples trastornos parafílicos.

Se han descrito otras muchas conductas parafílicas menos frecuentes. Rubén Hernández (2001), cita cerca de cien parafilias diferentes.

Tratamiento médico.

La importancia del tratamiento médico en el tratamiento de las parafilias es que puede ser utilizado para cualquier tipo de parafilia independientemente de cómo estas se presenten.

Las parafilias múltiples se manifiestan frecuentemente en individuos que se presentan para la evaluación y tratamiento de la desviación sexual (Abel y col., 1987; Bradford, Boulet, y Pawlak, 1992). Por lo que se deduce que una aproximación terapéutica que pueda tratar simultáneamente más de una parafilia es lo adecuado. El tratamiento farmacológico ofrece esta posibilidad.

Esto es una ventaja cuando se compara con la alternativa de la psicoterapia cognitiva, lo cual requiere generalmente una aproximación terapèutica separada para cada parafilia que coexiste.

Además, hoy sabemos que existe una gran comorbilidad de las parafilias con otros trastornos del Axis I y II del DSM-IV-TR, lo cual es otra ventaja del tratamiento farmacológico para tratar simultáneamente los otros trastornos psiquiátricos comórbidos (Raymond, Coleman, Ohlerking, Christenson, y Miner, 1999).

Otra ventaja del tratamiento farmacológico para las parafilias, es que reduce significativamente la alta tasa de recidivas de estos pacientes (Bradford, 1985), cuando se abordan solamente desde un formato psicoterapéutico. A su vez, es necesario también complementar el abordaje farmacológico, con otras técnicas psicoterapéuticas, que van desde las estrategias para la prevención de las recaídas, la terapia de pareja y familiar (en los casos necesarios) y la psicoterapia individual desde diferentes enfoques teóricos (cognitiva, psicoanalítica, grupal, etc.) (Díaz Morfa, 1999).

A la vez se desarrolla cada vez más el concepto de la naturaleza compulsiva, tanto de los trastornos parafílicos como de los trastornos sexuales no parafílicos. Esto ha conducido a considerar a las parafilias como parte de un espectrum de trastornos obsesivos-compulsivos (Bradford, 1991, 1994; Stein y col., 1992). Este concepto tiene sus raíces en la fenomenología del TOC, y la historia natural del TOC y en el desarrollo del tratamiento farmacologíco que utilizan los inhibidores de la recaptación de serotonina para una variedad amplia de trastornos que incluyen las parafilias.

Los principios que descansan detrás de los tratamientos farmacológicos para las parafilias, están basados en las manipulaciones hormonales por agentes farmacológicos selectivos, o más recientemente, por el uso de agentes farmacológicos que modifican los neurotrasmisores, lo cual tiene un efecto sobre la conducta sexual a nivel intracerebral. Ambas intervenciones están basadas en ver la sexualidad como un impulso biológico; el objetivo del tratamiento médico es reducir el impulso a través de una intervención farmacológica.

El constructo teórico es que la reducción del impulso sexual resultará en una disminución de la conducta sexual desviada, según hay una reducción global del interés sexual, una reducción en las fantasías sexuales, una reducción en la excitación fisiológica, y la posibilidad de que pueda haber un efecto diferencial sobre los intereses sexuales incluyendo el interés sexual desviado, estando este más reducido comparado con los intereses sexuales no desviados.

Los tratamientos farmacológicos han sido utilizados para las desviaciones sexuales y específicamente con los ofensores sexuales para reducir la conducta sexual desviada y las recidivas desde los años 60 (Bradford, 1985); (Money, 1968, 1987).

Los tratamientos médicos tradicionales eran la neurocirugía esteroatáxica y la castración quirúrgica; estos han sido sustituidos por tratamientos farmacológicos. Ambas cirugías son irreversibles e intrusivas. Sin embargo, tienen un cierto interés desde el punto de vista teórico, ya que su mecanismo de acción es la reducción de la conducta sexual desviada al disminuir la testosterona plasmática, la hormona fundamental para el mantenimiento de la conducta sexual en hombres y la hormona que está involucrada en el impulso sexual tanto en hombres como en mujeres.

El papel y el mecanismo de acción de los neurotransmisores sobre la conducta sexual y específicamente sobre la excitación sexual.

El papel de los neurotransmisores en la sexualidad humana no está totalmente comprendido. La neuropsicofarmacología de diferentes agentes farmacológicos ha sido útil en proporcionar alguna comprensión de los papeles de la dopamina, la serotonina, y otros neurotransmisores sobre diferentes aspectos de la conducta sexual (Brancroft, 1989; Segraves, 1989). Hay una compleja interelacción entre las hormonas sexuales, los neurotransmisores, la predisposición genética, y la conducta sexual. Hay básicamente dos tipos de aminas cerebrales: las catecolaminas (por ejem., dopamina) y las indolaminas (por ejem., serotonina o 5-hidroxitriptamina [5-HT]). Existen receptores androgénicos en el área preóptica medial del hipotálamo así como receptores para otras hormonas esteroides. El hipotálamo también tiene sistemas aminérgicos cerebrales significativos. Diferentes estudios han demostrado que la dopamina ejerce un efecto sobre diferentes aspectos de la conducta sexual. Los agonistas dopaminérgicos (por ejem., apomorfina), los inhibidores de la recaptación (por ejem., cocaina), y los precursores (por ejem., levodopa) en general estimulan la conducta sexual (Segraves, 1989).

En estudios con animales los agentes relacionados con la dopamina parecen ser más específicos en sus efectos sobre la conducta sexual en machos que en hembras (Bancroft, 1989). Los estudios farmacológicos en humanos utilizando neurolépticos apoyan esta idea (Bancroft y col., 1974).

La serotonina parece ser el neurotransmisor más importante en la modificación de la conducta sexual por métodos farmacológicos. Hay evidencia de que la vía central de 5-HT son inhibitorias de la conducta sexual. Una comprensión completa del papel de la 5-HT en los humanos es complicado por la falta de antagonistas y agonistas puros basados parcialmente sobre el hecho de que ellos actúan en un número de sistemas de subreceptores (Segraves, 1989). Los antagonistas de los receptores de la 5-HT (por ejem., la metisergida) estimulan la conducta sexual, mientras los agentes que incrementan los niveles de la 5-HT, tales como los precursores y los inhibidores de recaptación de serotonina, inhiben la conducta sexual.

El papel de los inhibidores de la recaptación de serotonina en el tratamiento de las parafilias.

Un desarrollo reciente e importante en el tratamiento farmacologíco de las parafilias es el uso de los inhibidores de la recaptación de serotonina. Estos agentes han sido utilizados primariamente en el tratamiento de la depresión, en los trastornos fóbicos, y el TOC.

Razonamiento para la prescripción de estos psicofármacos para las parafilias

El razonamiento para la prescripción de estos psicofármacos para las parafilias y para los trastornos relacionados con las parafilias (TRP) está basado en diferentes líneas que convergen. Primero, la disregulación del apetito y la excitación sexual puede ser la característica primaria y distintiva de estos trastornos. Por ejemplo, el promedio de hombres en USA que se comprometen en actividad sexual es de 1 a 3 veces por semana (Kinsey y col., 1948, Laumann y col., 1994) mientras que los hombres que se presentan por estos trastornos tienen una conducta típica de 5 a 10 o más veces por semana durante largos periodos de su vida adulta (Kafka y Prentky, 1992; Kafka, 1997). De modo tal, que muchos hombres con parafilias y con trastornos relacionados con las parafilias (TRP) son “hipersexuales en comparación con las normas de la población general” (Carnes, 1983; Kafka, 1997).

Segundo, los datos de la investigación que describen la conducta sexual de los mamíferos masculinos y los neurotransmisores monoaminérgicos sugieren que la disminución de serotonina en el cerebro (5-hidroxitriptamina) y el incremento de la neurotransmisión dopaminérgica pueden desinhibir o promover la conducta sexual, incluyendo la producción de hipersexualidad. Inversamente, el aumento de la actividad serotoninérgica central o la inhibición de los receptores dopaminérgicos en el hipotálamo, pueden inhibir la conducta sexual en algunas especies de mamíferos masculinos (Lorrain y col., 1999; Mas, 1995). Estos efectos monoaminérgicos son de particular interés ya que uno de los efectos de la testosterona, en la mediación de la conducta sexual en los mamíferos masculinos, es tanto el enriquecimiento de la sensibilidad de los receptores dopaminérgicos y la inhibición de la sensibilidad de los receptores serotoninérgicos en los núcleos hipotalámicos asociados con la conducta sexual (Baum y Starr, 1980; Bitran y Hull, 1989).

Tercero, los hombres (y presumiblemente las mujeres) con parafilias y con trastornos relacionados con las parafilias (TRP) presentan una alta comorbilidad con trastornos del humor, de la ansiedad, y con trastornos del impulso, en el Axis I del DSM-IV-TR (Kafka y Prentky, 1994; Black y col., 1997; Kafka y Prentky, 1998). Los trastornos de la ansiedad, del estado de ánimo y del impulso, pueden ser mitigados por agentes farmacológicos que aumentan la neuroregulación serotoninergica cerebral (Meltzer, 1990; Kavoussi y Coccaro, 1993). En el estudio de Raimond y col. la comorbilidad más alta en un grupo de ofensores sexuales pedofílicos fue para los trastornos del estado de ánimos en el 67% de los casos (Raimond y col., 1999).

Cuarto, los inhibidores de la recaptación de serotonina afectan la excitación sexual y la conducta de deseo, una característica descrita como un efecto secundario durante el tratamiento de los trastornos del Axis I del DSM-IV-TR. La disminución de las conductas hipersexuales por tales psicofármacos proporciona un “efecto terapéutico” beneficioso sobre la respuesta de deseo desinhibida en hombres y mujeres hipersexuales. Estos datos proporcionan una estructura teórica para la aproximación terapéutica de las parafilias y trastornos relacionados con las parafilias (TRP) como un grupo de conductas sexuales diversas que podrían compartir una patofisiología común –la disminución de la neurotransmisión serotoninérgica cerebral- y puede ser disminuido por los antidepresivos serotoninérgicos (Kafka, 1997).

Desde 1989 ha habido informes que sugieren que los antidepresivos serotoninérgicos, incluyendo los inhibidores de recaptación de serotonina, pueden disminuir las parafilias y los trastornos relacionados con las parafilias (TRP), incluso en ausencia de un diagnóstico de trastorno del estado de ánimo concurrente (Greenberg y Bradford, 1997). De los agentes serotoninérgicos informados, la fluoxetina y la sertralina han recibido la mayor atención y parecen efectivos en informes de casos y en ensayos clínicos abiertos en pacientes ambulatorios (Greenberg, y col. 1996). Los inhibidores de la recaptación de serotonina pueden ser prescritos a la dosis “antidepresiva” habitual, para los trastornos hipersexuales. Cuando son efectivos, los ISRS usualmente mitigan selectivamente las parafilias y los trastornos relacionados con las parafilias (TRP), pero preservan el deseo sexual “normal”, y las conductas asociadas con la actividad afectiva recíproca (Kafka y Prentky, 1992). Un efecto particular sobre la conducta sexual así como sobre los síntomas depresivos aparece usualmente a partir de la cuarta semana de iniciar el tratamiento (Bradford, 1995). Además, la farmacoterapia antidepresiva podría disminuir la baja auto-estima y la vulnerabilidad a los “estados afectivos negativos” (por ejemplo, irritabilidad, ansiedad, humor depresivo), condiciones que comúnmente se informa que preceden a la actuación de las conductas hipersexuales no parafílicas así como a las parafílicas (Carnes, 1983).

El papel de los antiandrógenos en el tratamiento de las parafilias

Un antiandrógeno se define como una droga que tiene una acción específica sobre los receptores androgénicos intracelulares en el organismo. El principal antiandrógeno farmacológico es el acetato de ciproterona (ACP). El ACP tiene efectos antiandrógenicos, antigonadotrópicos y algún efecto progestágeno (Bradford, 1983).

El ACP es un agente efectivo importante en el tratamiento de las parafilias. Este agente, el ACP, puede ser utilizado “como una castración química”, ya que hay una completa reducción del impulso sexual y de la excitación sexual donde el paciente es incapaz de tener erecciones.

El principal modo de acción del ACP es sobre los receptores androgénicos intracelulares, donde bloquea los receptores por inhibición competitiva (Bradford, 1985; Neumann, 1977). Los niveles de testosterona tienen un impacto significativo sobre la conducta sexual si se produce una situación de deficiencia androgénica. El andrógeno principal en el organismo es la testosterona plasmática. Las reducciones en la testosterona plasmática disminuyen las erecciones y la eyaculación, reduce la espermatogénesis, y las fantasías sexuales y generalmente reduce el interés sexual. Además el ACP tiene una fuerte acción progestágena siendo así antigonadotrópico como resultado de esta acción (Schering, 1983). El efecto progestágeno del ACP es importante. En otros antiandrógenos que no tienen este efecto progestágeno, ellos realmente causan un incremento en la testosterona plasmática. Con el ACP hay un equilibrio con el efecto antiandrogénico específico debido a la inhibición competitiva y los efectos antigonadotrópicos resultando en una reducción en la testosterona plasmática, la dihidrotestosterona. Además, el ACP bloquea o reduce la liberación de la hormona liberadora de la hormona luteizante (LHRH; Neumann y Scleusener, 1980). El ACP es bien absorbido por vía oral y es cien por cien disponible con una vida media plasmática aproximadamente de 38 horas. También está disponible en vía inyectable que es administrada cada dos semanas y alcanza los niveles plasmáticos máximos a los tres días y medio.

El nivel plasmático máximo del ACP, por vía oral, se obtiene aproximadamente a las cuatro horas. Las propiedades farmacocinéticas de la forma oral e inyectable son similares y pueden intercambiarse en tratamientos prolongados.

La dosis habitual oral es de 100 mg/día. Habitualmente una tableta de 50 mg cada 12 horas. La dosis puede variar de una a cuatro tabletas al día.

Su mejor acción se obtiene a través de vía intramuscular más que por la vía oral, aunque la administración oral también es efectiva en las dosis adecuadas. El ACP es utilizado en dosis relativamente bajas de 50 a 100 mg por día cuando el foco del tratamiento no es asexualizar al paciente sino la reducción de sus fantasías sexuales desviadas y de su excitación medidas por la plestismografía peneana. Esto le permite al individuo continuar siendo activo sexualmente con un nivel más bajo de impulso sexual con la oportunidad de desarrollar intereses sexuales no desviados teniendo relaciones sexuales con personas adultas, por ejemplo, si es un pedofílico, o estableciendo actividades sexuales no desviadas en caso de otras parafilias, es decir el ACP puede reducir la excitación sexual desviada mientras tiene un impacto menor sobre la respuesta excitatoria no desviada (Bradford y Greenberg, 1998). El ACP también puede ser discontinuado gradualmente después de doce a quince meses de tratamiento y en algunos individuos indefinidamente sin mostrar recurrencia de sus conductas parafílicas. El mecanismo de esta “cura” es desconocido, aunque puede ser debido a un descenso en la sensibilidad en los receptores de los andrógenos. En otros casos hay un retorno gradual de los intereses sexuales desviados después de un periodo de tiempo variable que va desde los seis meses a los tres años después de la disminución del tratamiento. No es posible identificar a aquellos individuos que tendrán la recaída de aquellos que no.

El ACP es un esteroide con diversos efectos secundarios que incluyen: fatiga, hipersomnia, depresión, hipoglicemia, ginecomastia, obesidad, nódulos en las mamas y posibles fenómenos tromboembólicos. De acuerdo con algunos datos de la investigación con animales también se sospecha que puede inducir carcinoma de las células hepáticas (Neumann, Thiereau, Andrae, Greim & Schwarz, 1992).

Hay una serie de riesgos o de efectos secundarios adversos, los cuales no es muy común que ocurran a las dosis utilizadas para el tratamiento de las parafilias. Estos incluyen disfunción hepática, y supresión adrenal lo cual son complicaciones serias si ocurren. La supresión adrenal ha sido descrita primariamente en adolescentes, lo cual es una contraindicación añadida para el uso de los antiandrógenos en esta población (Neumann, 1977).

Con el ACP se han notado ligeros incrementos en la bilirrubina en las primeras seis semanas de tratamiento. También puede ocurrir feminización y depende de los niveles plasmáticos entre los andrógenos y los estrógenos.

Otras aplicaciones del acetato de ciproterona son el carcinoma de próstata, la pubertad precoz y en mujeres, manifestaciones de androgenización. El alcohol puede disminuir ligeramente su efecto (Díaz Morfa, 1999).

El tratamiento con ACP incluye una monitorización periódica de la función hepática y de las hormonas sexuales, aunque en el caso de que el ACP sea utilizado principalmente para suprimir los impulsos sexuales parafílicos, pero no para asexualizar al paciente, los niveles de testosterona son importantes solamente en que ellos miden la respuesta terapéutica (pero no son específicas en términos de qué nivel es necesario para suprimir la excitación desviada o parafílica). Generalmente hablando, los niveles de testosterona plasmática total es un tercio más bajo de la gama normal y es la franja aceptable para este tipo de aproximación terapéutica. Si el ACP es utilizado como un agente de castración química, entonces los niveles prepuberales de la testosterona plasmática total deberían ser el objetivo del tratamiento, en la gama de 3 a 4 nmol/litro). Una ventaja del ACP es que los niveles de estrógenos son también bajos debido a las reducciones en la conjugación de la testosterona a estrógeno, lo cual también afecta la conducta sexual mediada a través de los receptores estrogénicos.

También se ha utilizado como antiandrógeno en el tratamiento de las parafilias, el acetato de medroxiprogesterona (AMP) que funciona a través de la inducción de la enzima hepática testosterona A-reductasa, causando una reducción de la testosterona por un incremento de su metabolismo; los niveles de la testosterona plasmática están entonces reducidos. También tiene un efecto antigonadotrófico. Los potenciales efectos secundarios del AMP son similares a aquellos vistos en la deficiencias androgénicas que incluyen fatiga, y feminización. Además hay evidencias de que produce cambios en la tensión arterial y una tendencia diabetogénica. Algunos estudios han demostrado también fatiga, ganancia de peso, ráfagas de frío y calor, flebitis, náuseas y vómitos y dolores de cabeza (Gagne, 1981). Los estudios clínicos con AMP, con pocas excepciones, han sido ensayos clínicos. Money en 1968, proporcionó uno de los primeros estudios clínicos con AMP en el tratamiento de los parafílicos. La dosis de AMP es de 300-400 mg por semana, por vía intramuscular. Los efectos esperados sobre la conducta sexual están mediados por la testosterona más baja, incluyendo una disminución de la excitación y el interés sexual, de las erecciones y del impulso sexual en general.

El papel de los agonistas de la hormona liberadora de la hormona luteizante (agonistas LHRH) en el tratamiento de las parafilias.

El desarrollo de los agonistas LHRH y la experiencia obtenida durante su uso en el tratamiento del carcinoma prostático ha sugerido que también podría ser útil para el tratamiento de los ofensores sexuales.

La LHRH es un decapéptido que es sintetizado en los cuerpos celulares de las neuronas hipotalámicas. Es secretada por las terminales de los cuerpos celulares directamente dentro de la circulación hipofisisportal. Alcanzando la glándula pituitaria anterior, la LHRH selectivamente estimula las células gonadotrópicas que liberan la hormona gonadotrópica luteizante y la hormona foliculo estimulante. Estas licoproteinas consisten de una subunidad alfa común y de una subunidad ß diferente. La hormona luteizante y la hormona folículo estimulante, estimulan la producción gonadal de los esteroides sexuales y de la gametogénesis.

La secrección de la LHRH es pulsatil, y la secrección fisiológica de las gonadotropinas requiere la secrección intermitente de la LHRH. Además, la secrección de LHRH desde el hipotálamo tiene un patrón evolutivo: es activada transitoriamente durante el periodo neonatal, inactiva durante la infancia y alcanza niveles adultos de actividad durante la pubertad. En el hombre adulto la secreción de LHRH alcanza una frecuencia de aproximadamente cada dos horas.

Los análogos de la LHRH inhiben la producción de testosterona por una sobre saturación del circuito de retroalimentación a través de una estimulación constante. La ocupación de los receptores agonistas de la LHRH provoca la liberación de gonadotrópinas, alterando el metabolismo de los receptores en si mismos, y estimulando la biosíntesis de gonadotropinas. Esto conduce a la formación y liberación de nuevas gonadotropinas, así subsecuentemente disminuye la responsividad de estas (Briken y col. 2001).

Usos clínicos de la LHRH y sus análogos

Hay dos vías por las cuales los análogos de la LHRH son utilizados clínicamente:

Primero, es utilizado para restaurar la fertilidad en la mujer y en los hombres con déficit de LHRH. Estos pacientes requieren una inyección externa para liberar la hormona de una forma similar a la forma normal.

Segundo, es utilizado para la supresión reversible, selectiva del eje pituitaria-gonada.

Este uso para la castración bioquímica requiere de la administración continuada del LHRH o del uso de un agonista de LHRH de acción prolongada.

Los ejemplos de estos tratamientos incluyen:

  1. Niños con pubertad precoz.
  2. Castración bioquímica en cáncer de próstata
  3. Endometriosis.
  4. Enfermedad ovárica poliquística
  5. Tumores varios.
  6. Y podría ser también un tratamiento para las parafilias.

Estado actual de la investigación en el tratamiento de las parafilias con los agonistas de la LHRH.

Los estudios previos de los efectos de los análogos de la LHRH de acción prolongada en hombres con parafilia se presentan en la Tabla 1. En general estos estudios muestran que el bloqueo androgénico finalizó la conducta parafílica y las actividades y fantasías sexuales de estos pacientes disminuyeron sin efectos secundarios significativos.

TABLA 1. Estado presente de la investigación en el tratamiento de la parafilia con agonistas de la LHRH.

Estudio Nº de sujetos/diagnóstico Tratamiento
Allolio y col. (1985) N=1/pedofilia homosexual Acetato de leuprorelina
Rousseau y col. (1990) N=1/exhibicionismo severo Acetato de leuprorelina, flutamida
Dickey (1992) N=1/parafilias múltiples Acetato de leuprorelina
Thibaut y col. (1993, 1996) N=6/parafilia severa Acetato de leuprorelina
Cooper y Cernowsky (1994) N=1/pedofilia Placebo, acetato de ciproterona, acetato de leuprorelina
Rösler y Witztum (1998) N= 30/pedofilia Triptorelina
Krueger (2000) N=12/parafilias múltiples Leuprorelina
Díaz Morfa (2002) N= 1/Pedofilia homosexual ISRSacetato de ciproteronaacetato de leuprorelina, flutamida

También de estos estudios se puede sacar la conclusión de que pacientes con parafilias severas y múltiples que no habían respondido al tratamiento con otros agentes reductores del impulso sexual como el ACP y el AMP o con los ISRS tuvieron un resultado terapéutico exitoso con estos nuevos agentes farmacológicos.

En el estudio de Tibaut y col. (1996), dos pacientes suspendieron abruptamente la medicación y tuvieron una recaída en un lapso de tiempo entre 8 y 10 semanas. Este autor considera que la duración del tratamiento antiandrogénico necesario para asegurar una completa desaparición de la conducta sexual permanece incierto, pero considera que al menos debe tener una duración de cuatro años.

Se encontraron efectos secundarios menores que incluían ráfagas de calor persistente en el 20% de los pacientes, disminución del bello facial y corporal en el 10% de los casos, y una astemia y dolor muscular difuso en el 6,6% de los casos. Aunque todos los hombres informaban estar muy satisfechos con el resultado de la terapia, muchos hombres informaban de un fallo eréctil progresivo después de 6 a 12 meses de tratamiento. Todos los hombres sobre 35 años de edad y algunos más jóvenes informaron de una falta de interés sexual en las mujeres y una incapacidad para alcanzar o mantener una erección. La densidad mineral ósea disminuyó significativamente en muchos de los hombres de estos estudios. Consecuencias de la disminución ósea es el desarrollo de la osteopenia y de la osteoporosis, de ahí la importancia de la evaluación periódica de estos efectos secundarios.

Es importante destacar, sin embargo, que este efecto secundario, el de la pérdida de minerales óseos, solamente puede ser medido en un periodo de tiempo prolongado y requiere por tanto controles regulares.

La práctica de evaluar periódicamente los minerales óseos se debe hacer cada seis meses o anualmente para evaluar la densidad ósea en pacientes con tratamiento con leuprorelina. Rösler y Witztum (1998) afirman que esta pérdida podría probablemente ser prevenida por la administración concomitante de calcio o vitamina D.

Dickey (2002) informa de un paciente que después de 5 años de tratamiento con acetato de leuprorelina, y una significativa desmineralización ósea, se instauró un tratamiento con calcio 2 gr./día, y vitamina D, 1000 I.U./día, cinco días a la semana; en los siguientes seis años de tratamiento con leuprorelina, no sólo no perdió densidad ósea, sino que esta aumentó ligeramente y el paciente no informó de efectos secundarios.

También se ha informado de algún caso de depresión mayor recurrente informado con el tratamiento con acetato de leuprorelina, por ejemplo, en mujeres tratadas por endometriosis con este agente farmacológico (Raschman y col., 1999).

La administración de los agonistas de acción prolongada de la LHRH inhibe la función pituitaria gonadal, esto inicialmente incrementa la liberación de LHRH, lo cual, por lo tanto, incrementa los niveles de testosterona sérica las primera cuatro a seis semanas de tratamiento. Es de esperarse que los pensamientos y las conductas parafílicas se incrementarán durante este periodo donde se incrementan los niveles de testosterona. Un antiandrógeno como la ACP podría compensar un incremento agudo en la secrección de la testosterona así también como la flutamida, otro antiandrógeno.

De hecho para contrarestar la elevación de la hormona luteizante y de la hormona folículo estimulante, por tanto de la testosterona, lo adecuado es que estos pacientes sean tratados con flutamida, a dosis de 250 mg por vía oral 3 veces al día durante el primer mes de tratamiento, empezando el día de la inyección del acetato leuprorelina depot, pasado este tiempo la flutamida es descontinuida. Se puede administrar el acetato de leuprorelina a una dosis de 7,5 o de 3,75 mg intramuscularmente con un intervalo mensual (Krueger, 2001).

Otra opción terapéutica con el acetato de leuprorelina es la administración cada tres meses, a una dosis de 11,25 mg. Simultáneamente se administra ACP 300 mg depot las primeras dos semanas debido al incremento esperado de testosterona en suero (Briken y col., 2001).

Este intervalo del tratamiento es otra ventaja respecto a la ACP que requiere una administración diaria o de cada siete o diez días.

CONCLUSIONES.

Primero: En los casos de parafilias que requieren un tratamiento farmacológico, los agonistas de la LHRH, como el Acetato de Leuprorelina depot, son una alternativa terapéutica efectiva, al igual que lo es el Acetato de Ciproterona (ACP) y los inhibidores de la recaptación de la serotonina.

Segundo: El Acetato de Leuprorelina depot puede ser inyectado cada tres meses o cada mes, en contraste con el ACP que debe ingerirse diariamente o inyectarse cada siete o diez días.

Tercero: Los agonistas de la LHRH parecen tener menos efectos secundarios que los obtenidos con el ACP.

Cuarto: Los agonistas de la LHRH parecen ser más efectivos en la reducción de los efectos de la testosterona, o tienen efectos directos sobre el sistema nervioso central (la administración intracerebral ventricular suprime la agresión en ratas macho, lo cual sugiere que pueda actuar como un neuromodulador).

Cinco: La mayor desventaja de los agonistas de la LHRH parece ser que el tratamiento probablemente debe ser continuado durante muchos años o toda la vida, lo cual podría tener consecuencias negativas (reducción de la conducta sexual normal, fallos eréctiles, disminución de los minerales óseos, etc.).

En general, si tenemos en cuenta los menores efectos secundarios, en la primera línea de atención farmacológica para el tratamiento de las parafilias, estarían los ISRS, luego los agonistas de la LHRH y en tercer lugar el ACP. (TABLA 2)

TABLA 2. Medicación para el tratamiento farmacológico de las parafilias.

Medicación Dosis Efectos secundarios más frecuentes o graves.
ISRS

Fluoxetina

Sertralina

Paroxetina

20-60 mg

100-200 mg

20-60 mg

Eyaculación retardada
Agonistas LHRH

Leuprolerina

7,5 o 3,75 mg intramuscular/mes

11,25 mg intramuscular /3 meses

Conjuntamente con flutamida 250 mg/3 veces al día durante el 1er. mes

Desmineralización ósea

Disfunción erectiva

Acetato de Ciproterona (ACP)

Acetato de medroxiprogesterona (AMP)

50-200 mg diarios vía oral

300-400 mg intramuscular/semana

Feminización

Disfunción erectiva

Disfunción hepática

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